El camino recorrido

Cocino. Ella cerca mío:

-Me voy a sentar con vos así te charlo mucho…

Hablamos de muchas cosas y en un momento se queda en silencio, abraza sus rodillas y me dice: me siento tan afortunada…

– ¿Sí? ¿Por qué?, le pregunto.

Y ella responde:

– Porque tengo la mejor familia del mundo…

Y está de más decir que me desarma, que me derrite, la abrazo y la lleno de besos, yo también soy muy afortunada…
Es un gran regalo para este día. Hoy hace 6 años que vimos sus caras por primera vez… es hermoso recordar ese momento… todavía hay en mí resabios de esas emociones… el temblor en el cuerpo durante los 100 km que nos separaban… mirarlo a mi compañero manejando hacia ese lugar/destino con tanto amor, sentirnos tan íntimamente ligados, tan juntos en esa decisión, la primera vez de ese recorrido que sería tan definitivo y tan tremendamente conmovedor. A veces pienso que fue algo que vino a rasgar el tiempo, como una herida que viene a marcar que hubo un antes y un después, pero que el territorio donde aconteció se transformó… fuimos tan definitivamente otros luego de ese día.


Me gusta mirar el camino recorrido, me gusta contar y compartir que para mí fue absolutamente desestabilizador, que todas mis seguridades se fueron en un minuto, el minuto que duró en abrirse la puerta de aquel hogar… me juzgué mucho por lo que sentía… por el miedo, por la posibilidad real de no poder, por todo lo que apareció de mi historia personal y que dolía tanto o más que cuando realmente sucedió… sí, me gusta, no porque lo disfrute, sino porque fue la comprensión cabal del hecho irreversible de ser madre… El hecho de que la vida y la historia me atraviesan por más preparada que me sienta, por más terapia que haya hecho.
A todo esto, se agrega la comprensión -que aún sigo trabajando-, del concepto de familia. Esta forma de ser familia, viene a dar por tierra, otra vez –definitivamente-, ese concepto romantizado, cristalizado, tan tremendo por momentos, así como feliz también. Ya no se trata, sólo de familias heteros, homoparental o monoparental (logros indiscutidos a lo largo de la historia). Se trata de que aquí se ensamblan familias que ni siquiera conocemos, y cuando digo familias digo también historias. Duras, todas. Pues bien, esas personas y esas historias, pasarán siempre y para siempre, a ser nuestras también, porque son las historias que trajeron a nuestrxs hijxs hasta aquí, hasta nosotrxs. Honrarlas, sin juzgar es tremenda tarea, y digo tremenda porque estamos tan acostumbrados, tanto individual como socialmente, a pensar que aquellos que no pudieron criar lo hicieron porque no quisieron, porque no les importó, dentro de un gran etc.

.
Seis años después me permito volver a escribir sobre esto, me pregunto para qué, seguramente para recordarme muchas cosas… para ubicarme dentro de la vorágine de la cotidianeidad, para mirar a nuestras hijas tan preadolescentes por momentos, y por otros tan niñas, me recuerdan que esta es la edad donde todo eso convive y se manifiesta de una manera que me llena de amor, de dudas, de ganas de hacer de la vida y de este mundo algo mejor.

.Jamás podría decirle a nadie: dale, sé mamá, sé papá; dale adoptá o no lo hagas

…es una decisión tan personal e íntima, tan definitiva… a mí me sigue desvelando… sin embargo, hay instantes donde sus sonrisas, sus abrazos, sus preguntas, sus angustias me dicen que vale la pena, que vamos juntas aprendiendo, encontrándonos, construyéndonos. Y jamás pensé que encontrarnos era una oportunidad para ellas, esa oportunidad fue para mí. La oportunidad de pensarme desde otro lugar, de reconstruirme, de querer ser mejor persona, de entender en un mismo instante la pequeñez de algunas cosas y la grandeza del destino de cada unx que confluye en determinado momento y que cambia, para siempre, nuestra historia.

.

Agradecemos a Laura Martincich este nuevo relato que nos hace dimensionar el desafío que debemos enfrentar los adultos para poder reconstruirnos a la medida de las necesidades de nuestros hijos e hijas.

 

Te recomendamos leer otro valioso texto de Laura Martincich: 

×