Gabriela Parino para Ser Familia por Adopción |
Pensar en adopción requiere mucho movimiento para poder concretar y sostener ese propósito.
Pensar en adopción no es fácil, porque la paternidad generalmente es pensada desde el modelo biológico. A pesar de que en los humanos la biología no es garantía de lazo familiar, el modelo biológico condiciona la mirada hacia la paternidad.
Por eso es clave girar la perspectiva.
La adopción existe exclusivamente para los niños o adolescentes que necesitan padres. Desde allí, desde las necesidades de ellos, se ordenan las prioridades para los encuentros familiares.
Cuando la disponibilidad adoptiva de los adultos tiene relación con esas prioridades, los encuentros se hacen posibles.
Porque la realidad de la adopción es que busca familia a niños reales, que entre muchas otras condiciones se encuentran:
- transitando su segunda infancia
- con dificultades de salud
- grupo de hermanos que no desean ser separados
- teniendo contacto con algún integrante de su familia de origen, etc.
Si se piensa el proyecto familiar desde las situaciones de los niños o adolescentes reales, el deseo se ser padres es posible de concretarse.
Un testimonio para clarificar
“Salimos de ese ‘mantra’ que se repite habitualmente que dice que ‘es imposible, demora como diez años, el papelerío es inmenso’ y vimos que detrás, había una realidad a la que muy pocos se asoman. La gran parte de los niños en adopción andan transitando su segunda infancia, algunos son grupos de hermanos y pueden tener problemas de salud de leves a complejos y son invisibles para el ojo de quienes buscan adoptar. No porque se los oculte, sino porque ese ojo hay que abrirlo con mucho trabajo interno, con saber dónde está puesto el deseo, cómo y para qué buscamos ser padres. Ese es el trabajo inmenso de la adopción, no el papelerío y la burocracia»(*)
“Al transitar el camino entendimos que nuestro deseo era ser una familia, no un embarazo o un bebé únicamente y entramos a transitar ya pensando en niños de hasta seis o siete años. Durante el trabajo y las entrevistas, extendimos esa edad hasta nueve años y bajamos de tres a dos niños (es esencial evaluar lo que realmente podemos y lo que no, este fue un claro ejemplo). Mirábamos niños y nos dábamos cuenta de qué pequeños eran a esas edades y nos imaginábamos siendo papás de miles de formas distintas”…
Es fundamental el movimiento, la preparación, el descentrarse del mero propósito de tener un hijo para poder hacerse padre de múltiples y variadas circunstancias a incluir en la vida familiar.
(*) Testimonio de Gabriela y Gastón en entrevista con Diario Democracia
Sugerimos ver De soñar con tener un hijo a ser padres de seis.
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