Adopción: tiempo de derribar mitos y preconceptos
Integrantes de la Asociación “Ser Familia por adopción” explican por qué el derecho de un niño a tener una familia está por encima de cualquier deseo de paternidad.
Florencia Carbone
¿Qué pensarías si te dijeran que en la adopción es el menor el que está adoptando al adulto? Definitivamente raro, pero real.
Es suficiente con correrse medio paso -no hace falta si quiera ponerse en los zapatos del otro- para descubrir que las cosas no son como las pensamos (¿una gran mayoría?) durante muchísimos años: lo que cuenta son los derechos de un chico a tener una familia definitiva. Esa es la prioridad cuando se habla de adopción.
“En adopción se trata justamente de cambiar totalmente la mirada y el eje. No se trata de los derechos de los adultos -porque de hecho no existe el derecho a ser padres legalmente ni por biología ni por adopción- sino que lo que está en el centro de la cuestión es el derecho que tiene todo niño a ser hijo, a tener padres y una familia definitiva”, explica Gabriela Parino, integrante de “Ser familia por adopción”, una Asociación Civil que nació en noviembre de 2010.
Gaby amplía sus dichos con tanta sencillez como argumentación. “Es importante destacar que los adultos que desean adoptar hacen recorridos subjetivos que van procesando esta forma particular de construir una familia. En los inicios del camino, como base, están muchos prejuicios y mitos, ideales que vienen impuestos desde lo social. Y en lo social, el modelo de paternidad que tiene predominio es el de la paternidad biológica, por lo tanto, muchas de las personas en el comienzo del recorrido de la adopción piensan en un bebé o un niño que llegue a la familia de la manera más parecida al de la paternidad biológica”.
Sin embargo, señala, el hecho de poder ir considerando las similitudes y diferencias que existen entre la paternidad adoptiva y la biológica es clave para que las personas “puedan empezar a ampliar la perspectiva y cambiar el foco”.
No es raro que quienes decidan transitar el camino de la adopción lo hagan después de atravesar un proceso de dificultades para ser padres “desde lo biológico”, con diferentes tipos de tratamientos (como la fertilización asistida) a cuestas.
Llegan con “esas dificultades en las que lo que predomina es el derecho a la salud reproductiva, después de haber tenido que gestionar en la obra social el derecho a que le cubran un tratamiento, a que reconozcan la infertilidad como una cuestión de salud”, dice Gaby antes de explicar que por todo eso es tan importante como difícil “cambiar el punto de vista y la forma en la que venían encarando todos esos procesos para pensar en ser padres”.
Niños reales y niños ideales
“El hecho de ir cambiando esa mirada hace que los adultos puedan poner el foco en los niños reales que esperan una familia y no en el niño que se idealiza a partir del modelo de paternidad biológica. De lo contrario, aquellos que necesitan padres por adopción, que en su mayoría no son bebés, ni hijos únicos, que en muchos casos tienen una relación afectiva con sus hermanos y desean convivir con ellos o al menos mantener contacto con algún otro familiar”, seguirán sin encontrar una familia, agrega.
Gaby relata lo que ocurre entre el mundo ideal o idealizado y el real. Y Laura Salvador, co-fundadora de Ser familia por adopción- lo traduce en números.
Actualmente en la Argentina hay alrededor de 5.000 adultos inscriptos en los diferentes registros provinciales (que luego de anotarse allí quedan automáticamente incluidos en el Registro Nacional, un padrón unificado).
“Hoy, alrededor del 90% de las personas anotadas tienen una disponibilidad adoptiva que corresponde a un bebé o a un niño hasta dos años, o que sea hijo único y sano. Nos queda un 10% para todas las otras posibilidades –la gran mayoría- en la que puede ser que los niños en adopción sean tres hermanitos, que tengan más de 8 años, alguna dificultad de salud como una enfermedad crónica, o alguna discapacidad”, comenta Laui (como la llaman todos).
“Simplificando, alrededor de 4.500 adultos están anotados para adoptar bebés, pero gracias a Dios nuestros país no tiene a 4.500 bebés en situación de adoptabilidad. Por lo tanto, esas personas cuya disponibilidad adoptiva corresponde a bebés deberán esperar muchísimo más que alguien que está dispuesto a adoptar a un niño de 12 años, con un hermano de 18 que vive con su familia de origen, por ejemplo”, agrega.
Pilar Arias Iglesias –la tercera integrante del grupo- amplía sobre la cuestión: “El tema del niño soñado y el niño real es algo que trabajamos mucho desde la Asociación, en los encuentros, en las preguntas que surgen a través de la página web o en Facebook. La verdad es que la mayoría de los adultos que desean adoptar piensan en niños pequeños. Creo que a medida que fueron pasando los años, la gente pudo ir comprendiendo muchas cosas y ampliando ese perfil adoptivo. De todos modos, todavía hay un importante trabajo por hacer”, dice antes de explicar por qué ponen tanto esfuerzo en ese aspecto.
“Ser familia por adopción trabaja responsable y arduamente en la concientización de este tema: el niño real no es seguramente el niño que todos soñamos. Es un niño que llega con una historia que no nos pertenece, que fue construida con su familia de origen. Llega con muchos dolores que no provocamos pero de los que debemos hacernos cargo porque es nuestro hijo. Llega con una mochila pesada y se encuentra con nosotros, que también tenemos nuestra propia mochila. Pero es a ese niño real al que debemos ahijar y para el que tenemos que estar preparados. Y es precisamente de eso de lo que nos ocupamos, de poder acompañar en esos procesos a las parejas o a los monoparentales -hombres o mujeres- que quieren adoptar para que puedan transitar lo mejor posible el camino. No es sencillo, pero tampoco imposible”, cuenta Pilar, que al igual que Laura y Gabriela, es mamá por adopción.
Pilar tiene 5 hijos, cuatro por vínculo adoptivo y el más grande por vínculo biológico. “Son todos bastante seguidos. Hoy tienen 26, 25, 24, 22 y 20 años –relata-. Los cuatro más chicos llegaron a nuestra familia de a dos. Son hermanos, pero primero llegaron dos con 6 y 7 años, y a los tres años llegaron otros dos con 6 y 8 años.”
Cambios en varios frentes
Así como Laui (58 años) admite que en 1983, cuando empezó con el tema, “se hablaba muy poco, prácticamente nada, de adopción”, y había mucho de ocultamiento y de ignorancia tanto en la sociedad como en los profesionales, el paso del tiempo logró cambios no sólo en eso, sino en otros muchos aspectos relacionados con la adopción.
“El camino hasta hace poco fue en bastante soledad, no había mucha bibliografía ni información. Lo que nos movió junto con Laura Rubio a crear primero la página (www.serfamiliaporadopcion.org) y después la Asociación es que formé mi familia a través del vínculo adoptivo. Soy mamá de tres hijos que llegaron en distintos momentos”, comenta.
La idea inicial fue crear una página web “para reunir información y bibliografía, y que cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, pudiera acceder a algo que durante tanto tiempo costó tanto. Ahora el acceso a la información es más simple. Ese primer objetivo se amplió rápidamente. A los dos o tres meses creamos el grupo de Facebook y eso permitió un intercambio más directo. Con el paso del tiempo empezamos a tener más participación presencial, hasta fuimos a reuniones en el Congreso cuando se analizaba una ley de adopción. Creamos grupos de encuentros mensuales donde la gente va a buscar información. Todo fue creciendo de modo vertiginoso”, relata casi sin respiro Laui. Y como para confirmar sus dichos, hay que mencionar que Ser familia por adopción ya editó tres libros y hasta sus viajes y trabajo fueron protagonistas de una película (“Ellos te eligen”).
Desde el año pasado, a los grupos de postulantes que van a las reuniones les sumaron un grupo de familias ya formadas, o que tienen la guarda o se están vinculando con los chicos. “Se tratan problemáticas diferentes de las que tienen quienes están inscriptas esperando ser familia”.
“Muchas, muchas cosas que en un principio no estaban siquiera en los sueños pero nos fuimos adaptando a las necesidades que requería cada tema”, como los viajes al interior, que dieron vida a lo que bautizaron como Grupos de autogestión y que reúne a la gente del lugar.
Además de crecer, la tarea se diversificó. A raíz de la cantidad de consultas que recibían surgió la idea de hacer jornadas de capacitación tanto para los papás como para los operadores del sistema, y en 2011 concretaron el Primer Encuentro Nacional (este año realizarán el octavo).
“Todo el tiempo estamos pensando cosas nuevas, porque a partir del cambio de la ley con el Código Civil de 2015 también se plantearon nuevos desafíos”, explica Laui.
Base nacional
Otro de los hitos importantes (y cambios más significativos) fue la creación de la Red Federal de Registros.
Gaby explica que tal vez en el imaginario social sigue la idea de que un adulto que quiere adoptar se inscribe en una provincia y después empieza una gira interminable por juzgados de diferentes provincias en los que va dejando “su carpeta”, pero eso hoy ya no es así.
“Los interesados se inscriben en el Registro del distrito en el que viven y expresan su disponibilidad adoptiva, y además de quedar registrados allí automáticamente lo hacen en la base nacional, si así lo desean. ”
Cada Registro provincial tiene procedimientos propios para hacer la admisión de quienes se inscriben, entrevistas con equipos técnicos, evaluaciones, consideraciones respecto de si esas personas tienen condiciones mínimas y básicas para poder acompañar los procesos de los niños que necesitan familia por adopción, cuenta Gaby. Sin embargo, aclara, los requisitos se rigen de acuerdo con el marco legal vigente que establece el Código Civil.
¿Cómo son los pasos? Cuando un niño de una determinada provincia necesita una familia primero se tratará de buscar dentro del ámbito geográfico en el que se encuentra si hay una familia en condiciones de adoptarlo. Si no se logra, se pasa a la Red Federal de Registros y la búsqueda es nacional.
“Pero ocurre que a veces ni siquiera en la base nacional se encuentran familias que hayan expresado poder adoptar a un niño en una determinada situación o a un grupo de hermanos. Son situaciones complejas, quizá se trate de un grupo de hermanos que manifiesta su voluntad de seguir viviendo juntos en una misma familia, por ejemplo, o de un chiquito con una enfermedad crónica. Entonces es cuando se apela al recurso de las Convocatorias Públicas”, cuenta Gaby.
“Pedidos especiales”
¿En qué consisten las Convocatorias públicas, a las que en Ser Familia por adopción prefieren llamar “Pedidos especiales”?
Laui intenta resumirlo de modo sencillo con un ejemplo. “Hay un grupo de niños y adolescentes que existen y necesitan una familia, pero que tienen una enfermedad o una necesidad especial (permanecer todos los hermanos juntos). Entonces, por caso, cuando un juez de San Juan traslada al Registro de su distrito las necesidades del caso pero no encuentra a nadie con esa disponibilidad y lo mismo ocurre en la base nacional, pide a la Corte Suprema de su provincia generar una Convocatoria pública. Se publica la búsqueda en los medios y en las redes y se acepta que se presenten personas que no están inscriptas en el Registro, que serán evaluadas en el caso de que puedan responder al mismo”, describe.
A veces ocurre también que personas que estaban registradas pero habían expresado una disponibilidad adoptiva mucho más acotada, al ver esa necesidad concreta, la flexibilizan y entonces se evalúa si están en condiciones de avanzar en una vinculación con esos niños en particular.
Gaby destaca que “restringir la disponibilidad adoptiva no tiene nada de malo, pero sí es importante que las personas sepan que algunas veces esos condicionamientos los alejan de la posibilidad de adopción”. Y casi de inmediato Laui apunta un dato no menor.
“Si bien es cierto que aquellas personas con una disponibilidad adoptiva amplia seguramente sean convocados antes, no todos estamos preparados para la adopción de un niño más grande o con una dificultas de salud. No es cuestión de anotarse para dos hermanitos de hasta 12 años porque así me llaman más rápido. Para eso están las evaluaciones, las charlas, porque te llaman más rápido pero tenés que estar preparado, ser consciente de lo que significan ese tipo de adopciones que en algún momento se llamaron tardías, que involucran a niños en su segunda infancia, preadolescentes o grupos de 4 o 5 hermanos”.
“El de la adopción es siempre un tema de mucha movilidad y cambios que va presentando nuevos desafíos y necesidades”, coinciden. Las tres, financiadas en gran medida por sus propias fuerzas, dan muestras de su altísima capacidad de adaptación.