Vinculación adoptiva: un puente a construir (parte III)

(Parte III)

Si los momentos iniciales de este proceso, es decir el primer contacto y el conocimiento mutuo, se continúa en el armado de una relación que paulatinamente se torne afectiva, podemos decir que se está dirigiendo hacia una vinculación adoptiva.

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Cuando decimos que se torne afectiva no queremos decir que sea armoniosa, equilibrada, mejorando día a día, donde se aprende a ‘conocer al otro’ y donde el diálogo permite llegar a acuerdos que se cumplen gustosamente. Afectiva implica que se ponen en juego TODOS los afectos, las sensaciones y los sentimientos (los más luminosos y los más oscuros) que despierta una relación entre personas desconocidas que están tratando de ver cómo montar una vida juntos.

Mencionamos antes que atravesar estas etapas implicaba el desafío de contener, sostener, tolerar la frustración frente a la caída de la idealización, y promover afecto y sostén en medio de situaciones desconcertantes. Generan extrañeza porque muchas veces, luego de momentos hermosos aparecen conductas que son contrapuestas y desafiantes. Pero si los adultos cuentan con las herramientas para poder atravesar estas tormentas (como pedir ayuda profesional, por ejemplo), entonces los chicos empiezan a sentir que ESTE ES UN LUGAR CONFIABLE.

Si se consolidan estas vivencias y se transforman en el cimiento que puede hacer firme y sostener esta construcción, se presenta el tercer momento que es el que llamamos VÍNCULO. Que, para esta etapa, lo podemos nominar como estabilización. Ya no es la primera idealización, ni las fuertes crisis del segundo momento. Es la anudación afectiva que estabiliza.
Dice la Dra. Janine Puget (psicoanalista): “El término VÍNCULO tiene su origen en el latín ‘vinculum’ de ‘vincere’ atar. Significa unión o atadura de una persona o una cosa con otra. También se usa para expresar, unir, junta o sujetar. Atar, a su vez, remite a unir, junta o sujeta con ligaduras o nudos. Se supone que los nudos atan duraderamente… La definición sugiere la idea de una relación estable…”.
Pero cuando decimos relación afectiva estable, no queremos decir exenta de CRISIS. Las crisis no son un problema a solucionar, son inherentes a los vínculos humanos ya que cada parte es única y diferente. Tenemos que evitar caer en la fantasía de unidad, de que con los chicos podemos ‘ser uno’, pensar y sentir de manera similar, ver y hacer teniendo los mismos gustos y deseos.

Uno de los aspectos más importantes para poder consolidar un VÍNCULO saludable, fuerte y estable es alojar la diferencia. Permitir que haya algo del otro que sea ajeno a mí y tolerarlo.

Como hemos visto, los VÍNCULOS no vienen dados. No hay que darlos por supuesto a priori. Se construyen a partir de la presencia, de la permanencia, del compromiso afectivo, de poner el cuerpo ante los desafíos y aceptar que crece a partir de MOMENTOS de encuentro y desencuentro. Pero en este ir y venir de momentos, se ha construido el lazo que anuda, el compromiso afectivo, la confianza en el otro (‘puedo contar con…’).

En este tiempo se puede decir que ya hay una nueva familia. Que no niega ni reniega de la historia de cada uno de sus integrantes. Que puede estar en condiciones de aceptar e integrar lo que cada uno es y permitir seguir creciendo. Unos como niños, niñas o adolescentes y otros como adultos.

Cerramos así esta trilogía temática CONTACTO/CONOCIMIENTO-RELACIÓN-VÍNCULO. La semana próxima estaré compartiéndoles un testimonio que permitirá ver este proceso que, sabemos, seguirá construyéndose con más y más MOMENTOS.

Fuente: https://www.facebook.com/gvaldesadopcion