Reflexiones y sugerencias para el futuro de la adopción
Félix Loizaga- ARFACYL
Resúmen
Este artículo plantea 15 ideas claves para comprender la adopción actual y la futura. Primeramente se desarrollan cuestiones históricas para entender la diferencia con la adopción de hoy en día. Se recuerda que la adopción sigue siendo una buena medida de protección y que cada historia de adopción familiar es diferente. No hay dos adopciones iguales. Las adopciones internacionales tendrán un coste histórico – emocional para los países donantes y para los receptores. Ojalá sirvan para la creación de nuevas redes emocionales entre personas y entre países.
Todos los adoptados tienen que realizar un sobre-esfuerzo emocional que en el caso de las personas de etnias diferentes es aún mayor. Puesto que el trauma emocional está a la base de la salud de las personas, deberemos entender que el paso del tiempo, el apoyo firme, el cuidado afectuoso y el apego seguro que aportan las familias ayudará a que la infancia no sea determinante para el futuro.
En un mundo globalizado como el actual, Internet y las Redes Sociales, afectarán aún más al hecho adoptivo, especialmente a la búsqueda de orígenes que se iniciará desde las familias biológicas y desde las personas adoptadas. La especificidad de la adopción abierta puede ser positiva cuando las familias biológicas tengan cierta madurez para entender su historia. A las familias adoptantes se les sobre–entiende esa madurez al haber sido seleccionadas por métodos que deben ser replanteados en el futuro. El concepto de familia debe pasar al plural: familias. Siempre que aporten elementos positivos todas ellas serán bienvenidas.
Introducción
Este escrito desarrolla 15 ideas básicas para entender la realidad de la adopción en la actualidad. Igualmente presenta claves teóricas y aplicadas para trabajar con la adopción futura. Las claves se basan en estudios realizados en los últimos años con personas adoptadas y en investigaciones actualmente en curso 2.
Desde una reflexión positiva y optimista se quiere mandar un mensaje a los sistemas de protección para que orienten sus intervenciones con las personas adoptadas y con las familias adoptantes. También quiere servir como profundización para profesionales que se dedican a la orientación adoptiva.
Aun considerando que la adopción y el acogimiento siguen siendo una buena medida de protección, las personas que están pensando en adoptar debieran leer detenidamente este artículo con profundidad para poder decidir con plena libertad su opción adoptiva.
Ideas Claves
1. La historia humana siempre ha tenido adopciones. El origen: conflicto humano, pobreza y malas condiciones de salud.
La adopción ha existido desde el inicio de la Humanidad. Las condiciones de salud (afianzadas a lo largo del siglo XX), los conflictos sociales (continuas guerras en la Historia Humana), la pobreza (existente todavía hoy en día) y la falta de medios contraceptivos (estos aparecen a mediados del siglo XX) dejaban a muchos niños sin sus madres y/o padres necesitados de cuidados.
El valor de los menores ha estado asociado a la economía familiar. Siempre han existido familias con muy pocos menores. En el continente europeo es a raíz de la Ilustración (siglo XVIII) cuando se toma conciencia que un menor cuidado y educado es un adulto desarrollado. Y que un menor es mucho más que fuerza de trabajo para una familia.
Pero el desarrollo de la adopción en los países occidentales, tal y como lo entendemos actualmente, está asociado a las Guerras Mundiales (1914 – 1918, 1940 – 1945) y en España a la propia Guerra Civil (1936 – 1939). La mortandad de millones de personas deja a miles de niños y niñas sin una mínima protección. Las personas supervivientes a los conflictos bélicos asumen la adopción de niños cercanos a ellos. Una manera de adoptar muy diferente a la actual al menos en su origen.
Gracias a este cúmulo de acontecimientos, los países de las postguerras, asumen de manera responsable el cuidado de los menores. Y quienes dirigen el último cuarto del Siglo XX legislan sobre los derechos del menor y las políticas de la familia.
2. La adopción de los últimos 25 años tiene por base la infertilidad, la nueva visión de la mujer y el deseo de completar la familia con hijos (a poder ser muy pequeños y sanos)
Si tenemos en cuenta que el número de menores por familia es muy bajo y que cerca del 10% de las parejas tienen dificultades para tener hijos (por métodos naturales o por métodos médicos) tomaremos conciencia que la escasez de menores en algunas sociedades llega incluso a ser un problema demográfico. Además la idea de familia nuclear convencional (padre – madre – hijos) ha calado en muchas parejas que desean tener sus hijos biológicos o sus hijos adoptados para sentirse familia. Pero a su vez la maternidad monoparental lleva a algunas mujeres a buscar en la adopción una manera de crear una nueva familia sin necesidad de contar con un hombre.
A pesar de lo que puede parecer, para los sistemas de protección del estado es un problema colocar en familias a menores que tienen: a) más edad b) hermanos/as y c) sobre todo aquellos que tienen necesidades educativas especiales. Como es lógico y entendible las familias adoptantes han preferido mayoritariamente menores de muy poca edad (de uno o dos años), sanos y libres de necesidades educativas especiales. Puesto que esto ha sido complicado en los últimos años, y entre otros motivos, muchas familias adoptantes han recurrido a la adopción internacional.
No todos los países del mundo desarrollado han visto de la misma manera la adopción internacional. Paradójicamente a lo ocurrido en España (donde la adopción mayoritaria es internacional) otros países no asesoran activamente este tipo de adopción, por ejemplo el Reino Unido (entre otros), pues consideran que los menores de sus sistemas tienen prioridad sobre la adopción internacional. Este tipo de enfoque que da preferencia a la atención de los menores en riesgo del propio país debiera hacernos pensar en profundidad.
3. Adopciones en plural. Cada adopción tiene su historia, no son buenas las generalizaciones.
No hay dos adopciones iguales. Las historias de las personas adoptadas varían por completo. Comprender la adopción es entender a cada persona adoptada y a cada familia adoptante de manera única. Igual que para cualquier familia.
Hay personas adoptadas que vinieron con otro hermano. De etnias diferentes o iguales a las familias adoptantes. Personas adoptadas a diferente edad y con distinto nivel de sufrimiento y protección. Algunos habían sido cuidados (mejor o peor) por sus familias biológicas. Otros vivieron en centros de acogida o en orfanatos (algunos muy buenos y otros muy malos). Algunos sufrieron fuertemente, mientras que otros fueron bien cuidados por sus educadores que casi hacían de verdadera madre/padre. Otros tuvieron familias de urgencia que les atendieron con una intensidad tan positiva que nadie hubiera podido hacerlo mejor que ellos en los primeros meses de vida hasta que fueron dados en adopción.
Las familias adoptantes son tan diferentes como las sociedades que adoptan. En este sentido coinciden con el resto de las familias: las hay convencionales, monoparentales y homoparentales. Las hay casadas, separadas o divorciadas. Con problemas de fertilidad o con hijos biológicos. Tienen trabajo o están en paro.
4. Las familias adoptantes deben asumir un sobre-esfuerzo
El universo mental del niño adoptado es diferente. Los niños adoptados deben recomponer en su psiquismo las conductas de abandono y sufrimiento originadas desde su familia biológica y/o donante, la necesidad (a veces imperiosa) de las familias adoptivas de tener descendencia y sobre todo la fuerte necesidad de integrar dentro de ellos mismos, espacios desconocidos, que afectan a la identidad de su psiquismo.
Fácilmente podemos darnos cuenta que estos niños y niñas, junto con sus diferentes familias (biológicas y/o donantes y adoptivas) deben asumir un sobre-esfuerzo emocional. Mientras que las familias biológicas asumen pérdidas, culpabilidades y dolor emocional; las familias adoptantes deben reelaborar junto a sus hijos adoptivos la integración global de un psiquismo originalmente dañado. Todos estos sobreesfuerzos afectan al comportamiento del adoptado, a sus conductas y a la adaptabilidad.
Las niñas y niños adoptados al igual que el resto de niños deben integrarse en sus familias, responder a las demandas de la escolarización y jugar con sus amistades. Pero el sobreesfuerzo ocupa un lugar en la vida del adoptado que no ocupa en el resto de los niños. Debido a esto los niños adoptados tienen que afrontar dos retos: el reto de vivir (con los mismos dilemas que cualquier otro niño) y el reto de asumir que son adoptados. Podemos inferir que realizar ambas tareas es más costoso y puede afectar a la escolaridad, a las relaciones de amistad y al reto de integrarse en familia. Sin embargo la elaboración positiva de dichas vivencias les hace avanzar hacia mayores niveles de madurez que el resto de los menores no adoptados.
5. La adopción sigue siendo la mejor medida de protección para los menores.
La adopción siempre ha sido la mejor alternativa para el cuidado de menores pues proporciona estabilidad familiar y cuidados que desarrollan íntegramente al menor. Las instituciones deberán continuar trabajando en profundidad con las familias las necesidades preadoptivas y postadoptivas, pues estas familias ejercen en el estado una importante acción social.
Las familias idóneas deberán tener:
a) tolerancia importante a la frustración
b) un conocimiento básico de lo que será la condición adoptiva
c) una buena sintonía para cuidar–educar y
d) una capacidad para limitar al menor.
En otras palabras: un mínimo de madurez consigo mismo, un apego lo más seguro posible y un nivel de realismo adecuado con la vida. Puesto que se exige la evaluación de la idoneidad para ser familia adoptante los criterios anteriores deberían ser tenidos claramente en cuenta.
Además las familias deberán asumir fuertes niveles de traumatización en sus hijos previos al comienzo del proceso adoptivo. Puesto que los niveles de traumatización están a la base del conflicto emocional futuro (tal y como demuestran las diferentes investigaciones), las familias que adopten a personas altamente traumatizadas deberán tener buenos niveles de madurez, bajos niveles de ansiedad y apegos seguros.
6. En un mundo globalizado, los países donantes de menores y los países receptores deberán asumir un coste emocional. Desprenderse de un hijo no es fácil para nadie. Cuando esto ha ocurrido se debe a la dificultad para cuidar con madurez al menor por parte de las familias biológicas extensas. Catástrofes, guerras, violencia social, pobreza y falta de educación/cultura se encuentran a la base de las familias biológicas que optan por dar en adopción a un hijo. Pero también violencia intrafamiliar, machismo, drogadicción, opresión y enfermedad mental. Una cruda realidad para todos: sociedad, países, sistemas de protección, familias biológicas, familias adoptantes y en especial para los propios adoptados. La realidad nos dice que los países donantes de adopción son países con rentas muy bajas, económicamente pobres, culturalmente poco formados y sin políticas de género. Elementos que configurarán su memoria emocional histórica.
Los países receptores de adopción son países avanzados (también llamados desarrollados por su renta económica y por su cultura). Son naciones con mayores tasas de infertilidad asociadas al progreso. Las familias adoptantes tienen mayor conciencia de riqueza y bienestar (entendido desde el modelo cultural dominante). Gracias a esta forma de ver la vida los menores adoptados se benefician netamente de educación, salud, cuidados. Y sus familias desarrollan sus capacidades de protección y estimulación mientras avanzan en su forma de hacer familia.
7. Menores adoptados nacionales y menores adoptados internacionales. ¿Difieren mucho en sus necesidades educativas? Muchas personas creen que los menores que vienen de otros países están más sanos y que necesitarán una menor atención en sus necesidades emocionales y educativas. Nada más lejos de la realidad. Las investigaciones ya han demostrado que no es tanto la edad de la adopción, sino el sufrimiento físico y la traumatización emocional la que condiciona la salud posterior de las personas adoptadas y su repercusión en la educación de la familia adoptante (Urrutia, Loizaga, Ballús 2014).
El sufrimiento físico y la traumatización emocional ocurre en cualquier país desarrollado o en vías de desarrollo. La negligencia, la humillación, el abandono y la traumatización existen en todos los lugares. Pensar que adoptar fuera del estado evitará estas cuestiones es un pensamiento ingenuo. La teoría del apego y la propia neurociencia ha demostrado que las necesidades educativas especiales que necesitará un menor son proporcionales a las carencias físicas – salud y sobre todo al daño emocional y el trauma que ha vivido. Y esto al margen de ser personas adoptadas o no adoptadas (Barudy y Dantagnan 2010).
La creencia de que menores que provienen de otros países están mejor de salud psíquica o física debería ser al menos replanteada y corroborada con investigaciones bien diseñadas. No se trata de evitar – favorecer la adopción internacional o nacional. Se trata de decidir con profundidad y libertad la forma específica de adoptar.
8. Adopciones abiertas: solo cuando las familias biológicas tienen un mínimo de madurez
La adopción abierta es entendida como una forma específica de adoptar. Las familias adoptantes, referentes principales de la educación del menor, asumen que pueden/deben relacionar a su hijo con su familia biológica. Estos encuentros suelen estar mediados por personas expertas en temas de familia. En estos espacios de encuentro afloran emociones que unas y otras familias (biológicas, adoptantes y adoptados) deben elaborar. Estas emociones están marcadas por las pérdidas de unos y otros, el dolor del abandono, las emociones del re–encuentro y la toma de conciencia de los orígenes.
No todas las familias biológicas tienen madurez para estos encuentros debido a su enfermedad, disfuncionalidad o inmadurez. En estos casos es más correcto que el encuentro entre familias no se produzca pues las repercusiones negativas son claramente superiores a las positivas. Igualmente debiera respetarse a cada persona implicada en el proceso; tampoco tienen que estar todos los miembros de las familias biológicas (o adoptantes). Incluso es posible que el menor adoptado no desee los encuentros al no verse con la capacidad suficiente para afrontarlos, pero si se encuentren preparados miembros específicos de las familias adoptantes o biológicas.
Es responsabilidad de los servicios de protección evaluar los riesgos de la adopción abierta, no permitiéndola hasta que se tenga asegurado:
a) la preparación emocional de los menores
b) la preparación emocional de sus familias
c) que las familias adoptantes estén exentas de peligros y
d) que las familias biológicas asuman que el desarrollo de su hijo está beneficiado por la implicación y la apuesta educativa de las familias adoptantes.
9. Entender la adopción obliga a pensar en varias familias al tiempo
Usted pensará que se trata de dos familias: una familia adoptante y una familia biológica. Y hasta cierto punto es verdad. Pero posiblemente pueda haber más familias, especialmente cuanto más avanzan los años de convivencia de la pareja y el adoptado va siendo más adulto.
Si los adoptantes son una pareja (homosexual, heterosexual o lesbiana) y se produce una (o varias) separación / divorcio y hay un nuevo re – emparejamiento (o segundo casamiento) el menor adoptado debe asumir varias familias al tiempo. Suponiendo que la pareja es heterosexual la persona adoptada deberá interiorizar la nueva familia adoptante del padre (y sus familias extensas) y la nueva familia adoptante de la madre (y sus familias extensas).
Las familias biológicas suelen aportar aún mayor diversidad y cantidad de familias. En ocasiones estas provienen de ambientes desestructurados y multiproblemáticos. Posiblemente la madre biológica haya tenido nuevas parejas diferentes al padre que concibió a su hijo (ahora menor adoptado). Pueden existir hermanos biológicos consanguíneos de madre y de padre con diferentes parejas. Y familias extensas que incluso no se conocen las unas a las otras. Las probabilidades de vínculos familiares biológicos son generalmente más amplias de lo que puede parecer a simple vista.
Aunque en la Historia Humana siempre ha podido suceder este juego de familias, esto es propio de las nuevas familias del Siglo XXI. Es ahora cuando se puede conocer detalladamente si quien dice ser tu madre o padre biológico lo es o no lo es por ejemplo a través de un análisis genético. Puesto que algunas parejas ya están acudiendo en otros países (donde esto es legal) a vientres de alquiler, estos menores adoptados (no sé ahora cómo llamarlos) deberán asumir aún más condiciones familiares.
Se aproximan momentos emocionantes para las personas que se dedican al estudio de las familias. Y procesos complicados para quienes deseen entender el concepto de familia como familias convencionales.
10. Las nuevas tecnologías afectarán a los procesos adoptivos, especialmente a la búsqueda de orígenes.
En un mundo globalizado, con Internet y Redes Sociales, es impensable que una actividad humana no se encuentre influida por ellas. Algunos países colocan en Internet a los menores propuestos para acogimiento o adopción (por ejemplo en países de la órbita anglo – sajona – estadounidense) indicando edades, características personales de los menores, características…con notable éxito para los sistemas de protección.
Muchas personas adoptadas, especialmente jóvenes y adultos, conectan con foros para compartir información, sentimientos y propuestas sobre sus intereses de adopción. Hay foros específicos para la búsqueda de sus familias biológicas (especialmente para la búsqueda de hermanos y madres biológicas). Pero los menores, especialmente a partir de los 10 años (e incluso antes) en nuestros país, comienzan a entrar en Internet y posteriormente en Redes Sociales. En ocasiones oímos que los propios adolescentes se han adelantado a sus familias en la búsqueda de orígenes. Y las familias adoptantes asumen más tarde los sucesos.
Puesto que Internet y las Redes Sociales están tan presentes en los países desarrollados (que son quienes adoptan internacionalmente) deberíamos asumir en familia las comunicaciones abiertas, sinceras, y ajustadas a la edad del menor. Ocultar en este contexto global tiene poco valor e incluso complicará a las familias adoptantes. El concepto de ocultar para proteger puede ser contraproducente en una sociedad como la nuestra donde las personas adoptadas conocen su condición desde el principio de su vida en la familia adoptante.
Por otra parte algunas familias biológicas (mejoradas en su salud, madurez o riesgo) han tomado con interés la búsqueda de sus hijos biológicos. También se están agrupando para esta búsqueda. Será imposible el control de estas situaciones desde las familias adoptivas que deberán asumir la gran probabilidad de que ocurran sucesos de búsqueda de orígenes no gestionados desde ellas mismas.
11. Espacios intermedios para los momentos difíciles y complicados de algunos menores traumatizados
La adolescencia es un momento complicado para todas las familias, incluidas las adoptantes. Algunos de los menores han vivido fuertes traumatizaciones al haber estado en ambientes donde han ocurrido asesinatos, violencias, mal trato y abusos físicos – sexuales sobre sus familiares biológicos o sobre ellos mismos. Otros han tenido vidas menos traumatizadas al haber estado en residencias bien atendidas o con familias extensas donde el cuidado era al menos bastante positivo. El nivel de traumatización varía considerablemente de unos adoptados a otros, pero este se encuentra a la base del apego que se produce entre los menores y sus familias.
En la adolescencia (a veces ya en la preadolescencia o juventud) los conflictos y la presión en las familias se hace difícil de soportar, incluso habiendo buscado orientación o terapia profesional. Puede ser bueno que otros familiares abran sus puertas acogiendo durante temporadas a los menores, permitiendo idas y venidas que ayudan a situar las emociones traumatizadas y las conversaciones de dolor… ayudando a reelaborar las relaciones pasadas y presentes en las mentes de los adoptados y de sus familias.
Los sistemas de protección para casos excepcionalmente complicados pueden apoyarse en educadores sociales que actúan directamente en los propios hogares y en técnicas de terapia familiar más creativas y menos convencionales. Estos espacios intermedios creados con nuevos educadores, junto con terapias familiares conjuntas y terapia para las parejas adoptantes pueden ser buenas estrategias de ayuda.
En algunos casos más extremos las personas adoptadas pueden necesitar otros espacios todavía más diferenciados y más excepcionales como pisos protegidos para menores o colegios residenciales en régimen abierto. Los adoptantes, los nuevos educadores como mediadores y los adoptados generarán redes de comunicación entre ellos para lograr un re–encuentro lo más estable y definitivo posible.
En la generación de nuevos espacios no puede permitirse que las familias adoptantes deleguen o cedan su potestad sobre los sistemas de protección pues el fin de los espacios intermedios no es la separación familiar sino todo lo contrario: afianzar familia y avanzar en seguridad emocional.
12. El tercer espacio. Los adoptados interétnicos realizarán un sobre–esfuerzo sobre el sobre–esfuerzo.
Muchas adopciones son interétnicas y los cuerpos de las personas adoptadas no se corresponden con el modelo físico dominante de la sociedad en que están inmersos. Sin embargo las personas adoptadas son hijos directos y de pleno derecho de los países en que han sido adoptados. Puesto que el género y el cuerpo configuran el primer esquema de las relaciones entre las personas humanas, los adoptados provenientes de otros continentes que no concuerdan con el modelo físico dominante deberán asumir a lo largo de su vida esta peculiaridad en su identidad adoptiva.
El género y el cuerpo son en el fondo la carta de presentación de las personas. Todos los experimentos realizados indican que alrededor de los dos años, los niños y niñas discriminan el género. Los modelos físicos dominantes y los modelos físicos minoritarios se discriminan posiblemente alrededor de los 6/7 años con la llegada de las operaciones concretas en concordancia con los estudios de Piaget. La primera impresión entre cualquier persona se basa en el género y en el cuerpo.
El derecho a que otros no sepan mi origen; el derecho a poder decir a otros que soy/no soy adoptado, difiere según la etnia de la persona adoptada. Preservar el secreto de la adopción (a nivel público) para una familia adoptante puede estar marcado por esta variable que evidentemente afecta más al adoptado que a la familia adoptante. Pero además el adoptado debe asumir su pertenencia al país de acogida (primer espacio) del que es hijo, y la pertenencia a la etnia de la que proviene (segundo espacio). Cuestión necesaria de asimilar pero difícil de conseguir, aún más especial cuando vemos que nuestro cuerpo se transforma (infancia, adolescencia y juventud).
Algunas sociedades son más integradoras que otras y asumen la diversidad de manera más abierta. Las Comunidades Autónomas del Estado difieren en la asimilación de las políticas de emigración. Algunas comunidades se caracterizan por ser más cerradas y otras por ser más abiertas. Gracias al trabajo realizado en las escuelas muchos adoptados consiguen integrarse cómodamente con el resto de compañeros/as. Y evidentemente todos se benefician de la diversidad.
13. Padres y madres con números. Todos aportan algo
El dicho de “madre no hay más que una” puede ser un perjuicio si creemos que la verdadera madre es aquella que nos ha llevado en su vientre. Lejos de la realidad la M1 (madre 1) es la mujer que nos nutre, nos cuida, nos estimula, nos protege y nos quiere. Y en las personas adoptadas esta M1 no coincide con la M2 (madre biológica). Sin embargo la M2 aportó un espacio en su vientre durante meses para que pudiera el menor venir al mundo sin renunciar a la eliminación de la vida. Además aportó las características físicas.
¿Cómo puedo llegar a asumir que la M1 (madre adoptante) es mi verdadera madre al cuidarme, estimularme y poner límites a mi educación? ¿Cómo puedo entender que los lazos de cuidado son superiores a los lazos de sangre? ¿Cómo puedo integrar que mi cuerpo es similar en parte a mi M2 (madre biológica) y a la familia extensa que no supo acogerme como parte integrante de su clan?
La situación es similar con los padres. El padre adoptante cuidador es el P1. Pero en la vida de las personas (adoptadas o no) cada vez que se integra un nuevo hombre en la vida de pareja de nuestra M1 se integra un nuevo P2, P3. Más frecuente de lo que parece el P2 o el P3 puede ser tanto o más referente que el P1. Pero el padre biológico (no tan presente en la mente del adoptado como la madre biológica) es parte de su origen. Coherentemente con nuestro razonamiento el padre biológico al menos aportó parte del cuerpo del adoptado. Puesto que la identidad positiva requiere aceptación de nuestro cuerpo, la integración de las figuras paternas biológicas debe al menos tenerse en cuenta.
14. Un hijo es mucho más que un buen estudiante
Muchas familias adoptantes tienen estudios superiores y han dedicado parte de su vida a los estudios (Loizaga -Dir.- 2009). El estudio ha centrado su vida y muchos de los logros profesionales y académicos han sido consecuencia de ello. Sabemos que se complica la vida familiar cuando las calificaciones escolares son deficientes. Las investigaciones muestran una gran relación entre el rendimiento escolar y las relaciones familiares (Loizaga 2010).
Para cualquier menor el rendimiento escolar es parte de su autoestima y de sus logros, que además son cuantificables con un valor numérico por escuelas. Los estudios sobre adopción ponen de manifiesto que la población adoptada tiene mayor fracaso escolar (medido en repeticiones de cursos) y mayor disfunción externalizante (especialmente déficit de atención y/o hiperactividad).
Las familias adoptantes trabajan a fondo para que sus hijos puedan tener resultados académicos adecuados. Muchas de ellas se preocupan sistemáticamente hablando con escuelas y profesorado para buscar el máximo apoyo a sus menores. Reivindican cada vez más formación específica para el profesorado con la intención de que este tome conciencia de que las personas adoptadas pueden tener necesidades educativas diferenciadas por la condición adoptiva.
Ayudar a mejorar el rendimiento escolar no puede ser incompatible con dejar de potenciar facetas marcadas de la madurez del menor. Algunos destacan por cualidades que claramente superan todo el valor cognitivo del estudio: buen humor, sociabilidad, capacidad de ayuda, solidaridad, capacidad de trabajo… El menor necesita ser reconocido en estos otros valores. La exigencia por el estudio no debe nublar el apoyo personal sincero en estas otras facetas.
15. Los primeros años de la infancia no determinan la vida
La psicología y la neurociencia han demostrado que los primeros años de vida son muy importantes para la salud física, psíquica y social de las personas (Barudy 2010). Los buenos tratos son indispensables para el apego y los vínculos futuros. Pero también las ciencias sociales y de la salud han confirmado que los menores tienen la suficiente plasticidad como para avanzar progresivamente cuando el trato recibido de otros adultos es coherente, previsible y seguro (Palacios 2012).
Sabemos que la corteza prefrontal organizadora del pensamiento (racional – planificación – ejecutivo) se configura como adulta más tarde que el cerebro emocional (pulsiones, afectos, sexualidad, agresividad). El desarrollo tiene sus razones, aunque todos los padres y madres desearíamos que lo racional avanzara más rápidamente que lo emocional. Sin embargo esto no es así. Son las paradojas del desarrollo.
Cuando un adulto estimula, contiene y quiere a un menor la relación segura se afianza. El menor tiene entonces más facilidad para elaborar sus vivencias dolorosas y/o traumatizadas. Cuando el buen trato de adulto marca la vida familiar, el avance del tiempo va colocando el pasado traumatizado y a las emociones dolorosas en su lugar. La adolescencia suele ser un momento complicado, pero creo firmemente que el trabajo realizado por la familia adoptante tendrá sus frutos en la edad adulta.
La infancia no decreta la vida, aunque influye sobre su desarrollo. Es el encuentro con el otro (que nos quiere, nos estimula y nos limita) y con su comunicación (verbal, gestual y emocional) lo que permite que nuestra infancia no determine nuestra vida. El viaje de la vida es largo y los encuentros deben ser seguros.
*El artículo del Dr. Félix Loizaga Latorre de la Universidad de Deusto lleva por subtítulo Reflexiones y sugerencias para el futuro de la adopción
Félix Loizaga es Doctor en Psicología, master en Sexualidad Humana y master en Salud Mental. Terapeuta Familias y Psicoterapeuta (EFPA. Federación Europea de Psicoterapeutas). Profesor en la Universidad de Deusto (Bilbao) y en UNED – Bizkaia. Participa en diferentes universidades nacionales e internacionales impartiendo formación del área familiar.
Sus asignaturas están relacionadas con la Familia, los Menores y la Intervención Psicológica. Entre sus publicaciones destaca Nuevas técnicas didácticas en Educación Sexual (Madrid: Mc Graw Hill 2008), Intervención Psicoeducativa con Familias (Madrid: CCS, 2009) y Adopción Hoy, nuevos desafíos, nuevas estrategias. (Bilbao: Mensajero 2010). Investiga en temas de adopción y ha publicado diferentes artículos relacionados con las familias adoptantes
http://felixloizaga.blogspot.com
floizaga@deusto.es
Félix Loizaga además dirige una investigación que sigue abierta: Adolescencia Adoptiva y a sus Familias. Todas las personas adoptadas de entre 12 a 18 años (incluidos) y sus familias pueden colaborar en la investigación que se está desarrollando por Internet, con total seguridad y confidencialidad.
http://juventudadoptada.blogspot.com
Artículo publicado en la Revista “Familia” (2014), nº 48, pp. 79 – 92.
Referencias Bibliográficas:
Barudy, J. y Dantagnan, M. (2010). Los buenos tratos a la infancia. Barcelona: Gedisa
Barudy, J. (2010). Los desafíos de la adopción: el impacto de los contextos de malos tratos en el desarrollo del cerebro infantil. En Loizaga F. (coord.) (2010). Adopción hoy. Nuevos desafíos, nuevas estrategias. Bilbao. Mensajero.
Cantón, J. y Cortés, M.R. (2000). El apego del niño a sus cuidadores. Madrid: Alianza Editorial, S.A.
Loizaga, F. (dir.). (2009). Adopción internacional. ¿Cómo evolucionan los niños, niñas y sus familias? Bilbao: Mensajero.
Loizaga, F. (coord.) (2010). Adopción hoy. Nuevos desafíos, nuevas estrategias. Bilbao. Mensajero.
Loizaga, F. (2011). Parentalidad positiva: las bases de la construcción de la persona. Educación social: revista de intervención psicoeducativa, nº 49, 70-88
Loizaga, F. (2013). Trabajando la identidad positiva con las personas adoptadas. Familias, apegos y vínculos como estrategias de la consolidación de la identidad. Cuadernos de Psicomotricidad, nº 46, 7- 20
Palacios, J. (2012), Las procesos de cambio psicológico a lo largo de la vida humana. Paradojas del desarrollo humano. Conferencia inaugural del Curso académico de la Universidad de Sevilla.
http://www.imatv.es/es/conferencia/los-procesos-de-cambio-psicologico-a-…
Palacios, J. (2010). La aventura de adoptar. Madrid: Ministerio de Sanidad y Política social
Román, M. (2010). El apego en niños y niñas adoptados. Modelos internos, conductas y trastornos de apego. Tesis doctoral. Universidad de Sevilla, Sevilla.
Rueter, M., Keyes, M., Iacono, W. y McGue, M. (2009). Family interactions in adoptive compared to nonadoptive families. Journal of Family Psychology, vol.23, nº 1, 58-66
Urrutia E., Loizaga F., Ballús E. (2014) (en prensa). Evaluación del apego en adolescentes adoptados. Un estudio a través del cuestionario CaMir – R
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