Amanece. Algo extraño en mi pecho. Toco con la mano. Sangra, me alarmo, me levanto, corro al salón, solo puedo articular dos palabras
“¿Lo veis?”
“Si, el amanecer es hoy especialmente bonito”
“No, eso no ¿Lo veis?”
“Los árboles empiezan a florecer”
“No, eso no ¿Lo veis?”
La mano en mi pecho, sigue sangrando. Pasan los días, formulo la misma pregunta a diferentes personas. Nadie la ve, nadie ve mi herida. Sigue sangrando. No cesa. Nadie lo ve.
Llora pequeña, dice una voz que no conozco, llora, es normal que duela. Aprenderás a vivir con ella.
Un alma rota en dos, una herida invisible, gritos que pocos saben escuchar, soledad por ver que por más que gritas nadie lo ve, nadie escucha y mientras te desangras, se escapa la vida sin saber cómo sanar esa herida, a ojos del resto avanzas, evolucionas pero hay un/a niñ@ que sigue llorando dentro de ti. Eso también es la adopción.
Espero que esta pequeña historia os haya servido para empatizar con los adoptados.
Fuente: unaadoptadamas.wordpress.com
Escribe un comentario
Debe haber iniciado sesión para publicar un comentario.