Juan Alonso Casalilla Galán
Los modelos de evaluación basados en características, los cuales se caracterizan por asimilar la idoneidad a determinadas características personales de los solicitantes (edad, tipología de la familia…etc.) siguen teniendo el favor de muchos profesionales y sobre todo de los legisladores. Sin embargo hasta el momento y a pesar de los intentos por mejorar los procesos de valoración psico-social, no se han llegado a identificar patrones o perfiles del buen padre o madre (Palacios 2007). Vemos como a pesar del cada vez más constatado fracasado poder de predicción de los modelos de evaluación basado en características de los solicitantes es parejo con la dificultad de los profesionales y legisladores para abandonarlo.
Estos modelos son especialmente sensibles a que se pre-juzgue a la familia y/o solicitante individual, sin embargo son “cómodos” intelectualmente al asimilar la adecuación ortopédica del modelo de familia al modelo de familia aceptado socialmente en determinado.
En este contexto nacieron en los últimos años dos modelos de evaluación de la idoneidad que se desmarcan de la mera evaluación y posterior valoración de las características de los solicitantes.
1) Modelo de evaluación de la idoneidad en adopción basado en el análisis de la disposición actual de la familia a incorporar a un menor concretizado en un ofrecimiento (Casalilla, Bermejo y Romero 2006)
En este modelo se analiza el proyecto adoptivo que presenta la familia en el momento de su demanda ante la institución, valorándose la adecuación de su ofrecimiento concreto, motivaciones-expectativas, aptitudes y actitudes.
Esta forma de enfrentar la idoneidad centra su foco de valoración en la adecuación del “producto”-proyecto adoptivo que trae la familia actualmente, quedando las características y los perfiles del lado de las disposiciones normativas.
El capítulo capacidades no ocupa un lugar central, aunque sí es uno de sus fundamentales, pero añade la necesaria disposición a ejercerlas oportunamente dentro del proyecto que la familia presenta en el momento de la demanda.
Por ello, que una familia o solicitante individual sean idóneos exige, una serie de aptitudes, una disposición especial en forma de motivaciones, actitudes y expectativas hacia el menor que desea adoptar.
En este caso, entraríamos en una concepción dinámica y relacional de la idoneidad, pues dependiendo de las características del menor que se va a incorporar, serán distintas las características y funciones familiares que tendrán que ser puestas en juego para proporcionarle un desarrollo e integración adecuados.
Así, en la evaluación de la idoneidad se tiende a evaluar más determinadas capacidades y disposiciones de las familias que su adecuación a un perfil o tipo característico.
2) Modelo de evaluación de la idoneidad en adopción basado en el análisis de necesidades y capacidades (Palacios 2007).
El modelo plantea que si las necesidades infantiles son el eje de nuestro interés de cara a la adopción, las capacidades que interesa conocer en los potenciales adoptantes serán el conjunto de características y habilidades de los adultos que se consideran más adecuadas para responder satisfactoriamente a las necesidades infantiles previamente identificadas. Se entiende que los niños que son dados en adopción han pasado por circunstancias difíciles y que vienen generalmente con unas necesidades específicas, las cuales los padres adoptivos han de satisfacer adecuadamente, respondiendo a las demandas de la situación en función de sus capacidades.
Hablamos de las tareas específicas que en el ámbito de las funciones educadora, cuidadora y socializadora deberán enfrentar las parejas y/o los solicitantes más allá de un perfil descrito por unas características.
No obstante la valoración de la idoneidad sigue lastrada por el confort que supone remitirse a una característica que enjuicia antes de la evaluación.
La consecuencia más evidente es que la gran mayoría de las administraciones siguen centradas en modelos de evaluación basados en Características y no en modelos centrados en las necesidades de los niños y niñas susceptibles de ser adoptados.
Juan Alonso Casalilla Galán
Psicólogo. Especialista en Adopción y Acogimiento
Fuente: blog Adopción, acogimiento y familias
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