Familias monoparentales: “yo no tengo papá”

Cuando plantean la cuestión, es bueno hacerles ver que, independientemente de las personas que las forman, todas las familias somos iguales en lo esencial. Todas nos queremos y todas nos cuidamos. Cuando son pequeños, aceptan con facilidad las explicaciones que redundan en las ventajas que tenemos por ser como somos, pero en cuanto empiezan a razonar se demuestran insuficientes.

Que un niño desee tener lo que tienen sus compañeros es algo natural. También lo es que se sienta afligido por no tener padre o no tener madre. Y, si su nivel de madurez se lo permite, es lógico que piense en que una vez lo tuvo, pero que lo perdió o lo abandonó.

Edulcorar la realidad o soslayar el tema quitándole importancia no son buenas estrategias. Para sentirse cómodo con su historia y su realidad, necesitan colocarlas de una forma realista, sin dejar agujeros inciertos a los que da miedo asomarse.

No se trata de protegerles del dolor y hacerles vivir en un cuento de hadas irreal, sino de ayudarles a aceptarse y aceptar su realidad de manera positiva.

Reconocer su dolor

Si tu hijo se muestra triste o enfadado por no tener padre (o madre), reconócele su derecho a sentirse así. Que en algunos momentos desee tenerlo es normal y natural, no algo que amenace vuestra relación. Transmítele ante todo que lo entiendes, que no te enojan ni inquietan sus sentimientos porque los consideras legítimos. Sólo así podrá encontrar en ti la ayuda para superar su dolor.

El propio hecho de compartir nuestro sufrimiento con alguien que nos quiere y nos apoya ya ayuda a sentirse mejor. Saber que cuenta contigo para que le ayudes a procesarlo es de por sí ya un gran alivio para tu hijo. Si es el caso, hazle saber que a ti también te gustaría que las cosas hubieran sido distintas.

Un padre es un padre, una madre es una madre

Cuando un niño expresa su enfado o su pena por no tener padre (o madre), algunas personas les dicen que sí lo tienen, aunque esté en su lugar de nacimiento. Sin embargo, este argumento no debería utilizarse nunca, porque implica varias contradicciones que sólo pueden llevar a confusión.

Aunque se les llame a veces de la misma manera, una cosa son los progenitores y otra distinta las personas que realizan en la vida actual del niño el rol de padres. Si queriendo protegerles les decimos que su padre está en Etiopía o en la China, la conclusión inmediata es que allí debe estar también su madre, “su verdadera madre”. ¿En qué lugar deja eso su relación con la madre adoptiva?

Los niños necesitan saber que, como todos los demás, nacieron de un hombre y una mujer, sus padres biológicos, que no podían hacerse cargo de su cuidado. Esas figuras son reales y tuvieron un papel esencial en su vida; pero cuando hablamos en términos funcionales de su realidad presente, sus padres y sus madres son aquellas personas que les cuidan y les acompañan en su crecimiento.

Artículo extraído de http://laiveesvida.com/familias-monoparentales-yo-no-tengo-papa/

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