En la adopción de niños y niñas de la segunda infancia (5-6 a 11 años) parece predominar la idea de que ya están predeterminadxs, condicionadxs y definitivamente estructuradxs, de manera tal que nada de lo por venir va a poder variar. En esta concepción, que podríamos considerarla “pre-juiciosa”, se escuchan comentarios tales como “…y…ya es muy grande, ha pasado por muchas cosas, yo quisiera que fuera más chiquito para que se moldee a nosotros…”; “ya trae sus cosas y puede venir con costumbres y valores diferentes a los nuestros”; “quien sabe las cosas que ha vivido y los traumas que puede tener”; etc.
Cada momento evolutivo en estas edades es muy diferente y significativo para su desarrollo socio-afectivo: no es lo mismo un niño, una niña de 3 o 4 años a uno de 7, 9 u 11. Cada etapa requiere necesidades y comprensiones diferentes.
A pesar de que a estas cortas edades los chicos y chicas hayan vivido situaciones dolorosas, de desamparo emocional y/o desatención física y/o afectiva, no significa que no tengan posibilidades de revertir, de construir y de sanar.
Al contrario: “de acuerdo a las características de personalidad del niño, a la etapa de desarrollo emocional en la que se encontraba cuando ocurrió la pérdida, a sus capacidades defensivas y de la existencia de un medio suficientemente bueno podrá ir recomponiendo aquellos desajustes iniciales” (Cúneo, Lidia en ‘Deseo de maternidad y adopción’).
Podemos ver, entonces, que en las adopciones de la segunda infancia hay situaciones que forman parte de las vivencias de los niños y de las niñas, y otras que dependerán de “un medio suficientemente bueno” (familia adoptiva) que los contenga.
¿De quién depende que la adopción de este tipo sea saludable, estable y permanente? ¿De los niños y de las niñas? ¿De las historias que hayan vivido? No podemos hacer caer sobre ellxs la responsabilidad de las situaciones que atravesaron. No son los causantes de la falta de capacidad de su familia de origen para criarlos, de los maltratos, del desamparo de la desprotección, de lo que hayan vivido hasta ese momento…
¿En dónde se encuentra la mayor responsabilidad para que este tipo de vinculaciones sea saludable? EN LOS ADULTOS que deberían cimentar un nuevo entorno “suficientemente bueno”. Esos adultos son las personas que desean adoptar que, al inscribirse en el registro jurisdiccional pertinente, se ofrecen y asumen la responsabilidad de ser un nuevo medio familiar saludable para estos niños y niñas.
Fuente: https://www.facebook.com/gvaldesadopcion