¡Va todo muy bien! ¡Viento en popa!
Desde el 5 de Enero estamos transitando la vinculación con A.
Nunca imaginé que este momento sería de tanta plenitud y felicidad, más bien pensaba que iba a haber angustia o miedo. Siento mucha alegría, amor, acompañamiento y contención de mis afectos y de los profesionales que desde acá y desde allá están presentes realizando una labor extraordinaria.
Desde que me inscribí pensé en adoptar a adolescentes, ya casi tengo 50 y no me veo con un bebé o niño pequeño. No siempre fue así ya que cuando empecé a pensar en formar familia por adopción, había decidido por un bebé o niñas hasta cinco años. Más tarde lo extendí hasta 8 pero seguía sin formalizar la inscripción.
Llegó la oportunidad de construir mi casa y esa ardua tarea me quitó energía para encarar un proyecto adoptivo sola, más la casa. Una vez que terminé mi casa volvió el deseo de maternar, esta vez con mayor intensidad. No se si los años o la seguridad de contar con mi casa propia lo reforzaron.
Concreté la inscripción y la pandemia suspendió el proceso de evaluación. Después se fue flexibilizando, el equipo interdisciplinario terminó la evaluación y envió los informes solicitados por los registros de dos convocatorias. En Noviembre me notifican que quedé seleccionada en una y ahí comenzaron una serie de entrevistas on line. A fines de Diciembre me comunican que en Enero comenzaría la vinculación.
Empecé a no dormir y a averiguar con amigas que ya vincularon a distancia como sería todo. Si me preguntan si hubo ansiedad, debo ser sincera y decirles que sí y mucha.
Gracias a mis amigas y amigos, a la psicóloga del Registro de mi ciudad, a mis hermanos y padres que me contuvieron y me contienen, fui canalizando esa ansiedad en la famosa espera activa.
Averigüé por hospedajes en el lugar, medios de transporte, volví a ver la serie de documentales que salió en canal Encuentro, escribí cartas a mi futura hija, hablé con Laui Salvador y empecé el gimnasio, mandé miles de audios y escuché otros tantos y me encontré con amigas y amigos que me escucharon decir mil veces lo mismo pero no me dijeron nada, me escucharon y me escuchan con paciencia sideral y me dicen traaanquiiii… traaaanquiiii que abraza con ternura y siento la calma que necesito para seguir esto que recién empieza.
Me siento llena de amor y exploto de gratitud por la movida solidaria de mis amigas que organizaron un sorteo para recaudar el dinero que me falta para el hospedaje (serán varios días que estaré lejos de casa para llevar a cabo la vinculación presencial). Me están ayudando y me dicen cosas hermosas y otras cosas que me hacen sentir incómoda porque casi que me ponen al nivel de la Madre Teresa de Calcuta y respiro hondo y trato de explicar con el mismo amor con el que me dicen lo que me dicen, que la adopción es otra forma de formar una familia y que debe pensarse con más naturalidad.
Yo creo que está cambiando la mirada sobre la familia, aunque falta un montón y somos las familias por adopción las que podemos trabajar por ese cambio.
Siento que mi entorno está cambiando y que no solo mi casa se está transformando en nido, sino que todo alrededor está cambiando para recibir a mi familia muy pronto.
Me siento afortunada por lo que estoy viviendo, esta revolución del amor, como llama mi hermano a este momento que estamos viviendo como familia, como familia ampliada de amigas y amigos y como comunidad.
¡GRACIAS!