Historia familiar compartida en nuestro grupo de Facebook.
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Tras una semana de muchas emociones, y adaptación quería contarles nuestra historia de cuarentena para aquellas personas que aún esperan ese llamado que les va a cambiar la vida.
Inscriptos junto a mi marido hace poco más de un año y medio, siempre leyendo las historias que publican y participando de reuniones de este grupo y de EDA, tuvimos el honor de escuchar personalmente al Lic. Gonzalo Valdés (escúchenlo no se pierdan esa experiencia).
Durante nuestra espera activa, nos llamaron de un juzgado, no fuimos la familia elegida, después de otro, pasó lo mismo, nos hicieron muy buenas devoluciones y siempre explicaron que se busca la familia que consideran más adecuada para el/la Niño/a.
Previo a la cuarentena nos habían citado para tres entrevistas en diferentes juzgados, y todas fueron suspendidas tras el Aislamiento Sanitario decretado. ¿Angustiados? Sí, bastante y con incertidumbre, como muchos.
Pero tras la primera prórroga sonó el teléfono, para pactar una entrevista por videollamada con el equipo interdisciplinario de uno de los juzgados y con la Jueza.
La charla duró aproximadamente una hora (ya nos habían entrevistado el equipo en noviembre) fue muy agradable, pero realmente pensamos que era una entrevista más. Pero nos llamó la atención que nos dieran tantos detalles de la niña en estado de adoptabilidad, aunque nos aclararon que la sentencia aún no se encontraba firme.
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Y así, tres días después nos pidieron los mails y fue la más hermosa noticia: habíamos sido elegidos para iniciar la vinculación con ella. ¿Cómo? También por medios telemáticos..
Y como tiene poco menos de 2 años, primero la conocimos a través de sus referentes afectivos, la directora del hogar donde se encontró el primer año y medio de vida, y sus cuidadores con los que estaba desde el mes de diciembre pasado.
Luego nos pidieron que hagamos un video para presentarnos con ella, y le pusimos todo nuestro amor e imaginación, colores, dibujos para que le llamen la atención, le presentamos a nuestros perros y a ella le encantó. Una semana después le enviamos un cuento leído y grabado con nuestras voces, pero ella pedía más, y entonces nos autorizaron las videollamadas directas con ella.
Acá los cuidadores (abuelos del corazón de ella para siempre) cumplieron un rol fundamental. Nos tuvieron toda la paciencia, se prendieron en nuestros juegos, y también propusieron juegos, lo que es difícil con una niña tan pequeña y con la frialdad de las pantallas. Pero lo logramos, y en menos de una semana de llamadas diarias, ella empezó a pedir más. Nos pedía llamar a cualquier hora, y un día la pantalla le quedó chica. Agarró la campera y empezó a llorar señalando la puerta y diciendo “papá, mamá “.
El juzgado actuó con rapidez, intensificamos nuestro contacto por la pantalla dos días más y el tercer día, en plena cuarentena, vino a conocer nuestra casa con los cuidadores y con una psicóloga enviada por el juzgado. Y al cuarto día fuimos a buscarla, como lo habíamos prometido, con una butaca prestada porque la que habíamos comprado aún no llegaba.
Ya pasó una semana de ese día, hace una semana que dormimos poco y entrecortado. Ella está empezando a aflorar su personalidad, lo cual las psicólogas nos dicen que es muy bueno (seguimos con el acompañamiento telefónico del juzgado) sentimos un cansancio que nunca antes habíamos sentido, pero es mayor la felicidad.
Nuestra casa cambió, nuestros tiempos cambiaron, pero estábamos listos.
Y al final la cuarentena interminable nos terminó favoreciendo, hoy estamos los tres juntitos en casa afianzando vínculos.