Lorena Silveti
Otro Octubre, otro día de la familia, día de la madre, como sea para cada uno.
En casa arrancan diciendo que no me van a regalar nada, o en sus mejores días me preguntan qué me gustaría.
Son dos cosas distintas.
Por un lado me doy cuenta que este día comercial tiene una emotividad significativa. Es el recuerdo más consciente de lo que faltó, se ponen una armadura importante para sostener que hay que seguir probando que el otro (papá – mamá) me quieren de verdad a pesar de todo y con todo.
Qué me gustaría es otro tema; me gustaría ser lo suficiente y lo necesario para dejarle una herencia de momentos, no de lo que faltó sino de lo que se vivió y lo que construimos los cuatro juntos.
Hace unos días al adolescente que sigue esperando que salgan los papeles para poder decir que ya es hijo, fue vuelto a acosar con el fantasma que le meten los demás: que no tiene padres y que nadie lo quiere, que es un adoptado.
¿Que explicar más que lo natural? Que la realidad depende de quien lo mire, nosotros tenemos hijos que no necesitamos que tengan nuestra sangre para amarlos y que la palabra adoptado puede ser usado como un adjetivo bla bla… y que ese no es nuestro problema . En realidad hay que ver la intención que se maneja detrás de las palabras.
¡Cuanto hay por aprender cuanto que hay que superar! cuanto hay por crecer no solo de nuestro rol sino también del resto ¿no?
Feliz día.
Somos familia en construcción constante.