Nuestro mundo patas para arriba.

Se acerca el día de la familia y me moviliza . Quisiera poder describir como nos llenó de vida la personita que conocimos a sus trece años y que nos puso nuestro mundo patas para arriba.

Intento, busco y no encuentro las palabras correctas para explicar cómo es que de un día para otro tu rutina cambia: ya no son dos, ni los amigos, ni los tiempos de no hacer nada. Ahora somos tres casi del día a la noche, sin escalas, sin nueve meses de esperar,  sino de mucho más tiempo, años y así y todo nada de lo que viene es como lo pensaste , o lo soñaste, o idealizaste.

Es en verdad la cruda realidad de lo que le tocó vivir a tan corta edad y que a pesar de todo no corrompió su corazón, su alma, esa que hoy a sus 19 años sigue luchando para guapear a los inconvenientes de los recuerdos que traen sus años intensos no tan bien vividos.

Porque a pesar de todo y todos ella es mucho más que la suma de la fuerza que asumió para ver cómo sus hermanos fueron siendo adoptados por otras familias, ella es más que una vinculación que no prosperó. Ella esperó hasta que vaya a saber por qué llegamos nosotros y nos unimos en darnos la mano para salir a pasear.

Así empezó nuestra historia, de la mano; no con dolores de parto pero sí con muchos dolores que hay que sanar, entender y acompañar.

Ella que es ella, la hermana mayor, la que mantiene un vínculo de hermandad intacta con sus bebés a pesar de la distancia.

Ella que tenía problemas de aprendizaje y que los tuvo que trabajar con constancia y nos emocionó hasta las lágrimas cuando le dieron el diploma de la secundaria .

Ella las que nos regaló ver su bautismo , comunión y confirmación , con los padrinos que ella quiso.

Ella que ahora va a la facultad y nos deja preguntándonos hasta dónde puede sorprendernos, ella la que eligió que carrera estudiar y va y va con todo su empuje a pesar de ser como ella se proclamó la reina de los recuperatorios.

Es ella la que nos enseñó a amar sin sentido de posesión, la que nos abrió la mente y el corazón, es ella la que nos enseñó a ser padres.

Ella, la flor más bella, complicada y exquisita que pueda haber en el mundo, en nuestro mundo, la que supo conquistar a sus abuelos primos y tíos .

Ella la que tiene el mundo a sus pies y aún no lo sabe.

Ella, ella es mi hija y yo sencillamente soy su madre.

Testimonio publicado en nuetro grupo de Facebook por Lorena Silveti

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