Les quería compartir un evento que tuvimos con nuestra hija, luego de unas semanas (apenas llevamos mes y medio juntos). Empezamos a notar que estaba como a la defensiva y no hacía caso. Todos los límites terminaban en llantos y peleas.
Un día, cuando se porto muy mal en la calle, tuvimos la idea de sentarnos y _en lugar de pelear_ simplemente hablar.
Le dijimos que no nos levantábamos de la silla hasta que nos contáramos las cosas que nos pasaban. Como ella no contaba, tomamos la iniciativa de decirle que nos pasaba a nosotros, y luego de un rato en un llanto nos dijo: «Tengo miedo de perderlos».
Entonces entendimos que un correctivo para ella es un reto y eso le da inseguridad de volver a su pasado.
Le explicamos con amor que todo lo que le decimos es para ayudarla a ser mejor y que a su casa llegó para quedarse…
Desde ese día cambio rotundamente. Si bien las peleas y llantos existen, ya tienen otro tono…
Agradecemos este relato compartido en nuestro grupo de Facebook.