Lo único seguro era el zorrito

«Ya está todo listo, ya podes ir a conocerla. Anda despacio, pero anda que se hace tarde”…

 

Después de la reunión con el equipo del Juzgado y plena audiencia con la Jueza, así salí a la ruta. Llena de miedos,  inseguridades, donde lo único seguro era el Zorrito que  elegí  para regalarle en nuestro primer encuentro.

 Si bien es cierto que casi cinco años de espera activa me ayudaron a conocer como eran esos primeros instantes, nada, les juro que nada los prepara para ese primer cruce de miradas. 

Leí muchos primeros encuentros, desde el  famoso: “l@ vi y supe que era mi  hij@” hasta el “me ignoró por completo”.

No voy a romantizar nada, solo voy a contarles que me temblaban partes del cuerpo que no sabía que temblaban. La asistente social me dijo que ella estaba ansiosa y contenta que llegó el día de conocernos. Yo no quise imaginarla, no quise sumar nada a esa cantidad de sentimientos que ya tenía asi que se abrió la puerta y solo vi una nena llorando, triste, con lágrimas cayendo como cataratas y mocos asomando.

Mi susto duró menos de 30 segundos ¡pero para mí fue eterno! Creí que no quería verme y la estaban obligando, pero ¡no! Hacía solo 10 minutos atrás habían llegado invitaciones a un cumple de una nena ajena al hogar y ¡ella no había sido invitada! Pude sentir su dolor, angustia y frustración. En solo cinco  minutos de encuentro ya la estaba conociendo así de frágil y sensible!

Un abrazo fuerte y el zorrito ayudaron a que se calme, que lo abrace fuerte y se sienta acompañada. Fueron casi dos horas en una plaza con promesa de volver muy pronto y seguir conociéndonos, mirándonos, aceptándonos y disfrutando esos momentos que sumados nos hacen construir este nuevo vínculo entre ella y yo. 

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Sí, solas no, simplemente Familia pequeñita, Familia Monoparental, Familia por Adopción, Familia.

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