Paula Estravis
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Mis hijos llegaron a casa un sábado de sol, con un bolsito bordeaux y el corazón en la mano. Con tan poco y tanto al mismo tiempo… miedos, angustias, ilusiones, esperanzas…
El encuentro de nuestras historias, nuestros dolores, nuestras heridas, confiar y dar un salto al vacío, sostenidos de voluntades, amor y ternura.
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Hoy, seis meses después, el bolsito bordeaux lleva los chiches a la playa.
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Y nosotros surfeamos las olas de este amor salvaje e indomable, que no entiende de razones, que algunos días nos trae olas grandes y bravas, nos tapa el agua y nos cuesta salir a flote y tomar aire. Otros días, el mar está más calmo y brilla como una esmeralda, y las cosas más pequeñas nos emocionan hasta las lágrimas.
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Sin lugar a dudas es el proyecto más buscado y más difícil de nuestras vidas, un viaje a los lugares propios más inexplorados, esos rinconcitos oscuros que no le mostramos a nadie, y que ellos dejan a flor de piel.
– Mamá ¿somos una familia nueva?
– Sí hijo, ¡somos una familia nueva!
– ¿Y por qué? (Un mes me llevó contestar esa pregunta…)
– ¿Porqué? Porque nos elegimos, yo quiero que seas mi hijo,¿ vos querés que yo sea tu mamá?
– Sí mami, yo quiero…
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Y así vamos, caminando juntos, de la mano 
