¿Dónde estaba cuando nació mi hijo?

Hoy mi hijo cumple años, hace cuatro años que somos familia. Cada cumpleaños ha significado un escalón en el crecimiento de nuestro vínculo.

Lo que vivimos hoy, un día relajado, que empezó con día de escuela, con abrazos a cada rato, pensando en la decoración de la torta, recibiendo y contestando (que no es poco) a cada mensaje de su familia de origen, de la familia extendida, de los amigos. Un día que fluye como si siempre hubiéramos estado juntos.

Es unos de los duelos más duros de transitar. Y no pienso en el embarazo ni un vínculo biológico, pienso en que siento que siempre fui su mamá, pero no estuve desde el comienzo.

Supongo que muchas familias entenderán esta sensación, es rara, difícil de conceptualizar, increíble y al mismo tiempo maravillosa, porque nos hace dar cuenta de lo que somos capaces como seres humanos. Somos capaces de trascender la biología, somos capaces de renacer con otra persona, de acompañar la sanación de una vida que fue vulnerada, de aprender cuanto amor es posible.

Que estaría haciendo ese día de julio, no pude recordar nada… y claro, yo misma estaba en un proceso difícil con mi separación y divorcio.

¿Qué habré hecho ese día? ¿Cómo habrá sido mi día de trabajo? ¿Tuve ensayos? Casi como una culpa rara, de no haber sentido algo especial ese día; estaba naciendo mi hijo.

Solía escribir en un cuaderno mis sensaciones, como un ejercicio, para transitar la famosa “espera activa”. Muchas veces escribí: ¿Ya habrás nacido?

Y también escribí, deseando vivir:

Feliz cumpleaños!