
Hace unas semanitas quería escribir pero estábamos a las corridas terminando trabajos pendientes, acomodando cosas, repensando la casa!!!
Nos llamaron del juzgado e iniciamos a vinculación con una hermosa niña de dos años.
Súper tímida pero que de a poquito se fue largando: juegos, meriendas compartidas, cortar el laburo y salir corriendo para verla unas horitas a la tarde, y volver y laburar a la noche (contadora, se vence ganancias) pero todo vale la pena.
Es tan movilizante todo que hasta me cuesta escribir todo lo que quería…
Ya pasó el domingo y el martes con nosotros dos, la perra y el gato a los que no para de mimar y darles besos.
Y hoy se viene a dormir… ¡Qué cerquita estamos, qué felices estamos!
La otra cara son los chiquitos que se te acercan en el hogar ni bien entramos. Los que quieren que ella se vaya y aunque saben que ellos se quedan -y te cuentan todo lo que le gusta y todo lo que no- y ¡se te parte el corazón!
Y pensar que ella capaz pase las vacaciones de invierno con nosotros pero ellos se quedan en el hogar.
Que te dicen (los primeros días: «¿por qué no a mí?») y se te cae el alma al piso.
Estamos felices de haberla conocido de vincular con ella y ojalá que esos otros chiquitos tengan la suerte de poder vincular y conseguir la familia que se merecen…
Aunque sean «un poquito más grandes».
Cuando se me «acomoden» un poco las ideas les cuento más… Por ahora es sólo emoción. Hasta ya nos dijo mamá y papá!!! Uffff es tannnntooooo
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Los niños que se encuentran en las instituciones de abrigo llegan a ellas al detectarse vulneraciones de derechos muy graves dentro del ámbito familiar de origen. Esto ocurre en diferentes etapas de su vida; a veces siendo muy pequeños, pero la mayoría de las veces cuando ya estan escolarizados.
Las medidas de abrigo implican la separación de ese nucleo familiar para preservar a los niños, y el establecimiento de estrategias para que su familia pueda resolver aquello que vulneró sus derechos.
En esa instancia trabajan organismos de niñez que deben establecer estrategias y evaluar los resultados en los plazos establecidos por el Código Civil y Comercial de la Nación para que no se prolonguen indefinidamente las medidas de abrigo.
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Algunos de esos niños vuelven a convivir con su familia de origen y solo cuando esto no es posible se dicta la situación de adoptabilidad y se debe encontrar una familia por adopción.
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Cuando los niños tienen más de ocho años, son parte de un grupo de más de dos hermanos o tienen alguna discapacidad o problema de salud, las estadías en las instituciones se pueden prolongar. ¿Por qué? Porque disminuye la cantidad de familias inscriptas con esa disponibilidad adoptiva.
También hay otra realidad que suma dolor y es la de niños que han transitado vinculaciones y convivencias con familia que no pudieron sostener el proceso adoptivo.
Este relato amplia la mirada para considerar la experiencia movilizante de iniciar una vinculación en el ámbito institucional. El contacto con los niños que conviven allí _con todo lo desbordante de escuchar sus manifestaciones_ suma emociones al proceso de vinculación propio.