El nuevo vecino se presentó contando que vivía con su hijo y aclaró inmediatamente: «él es adoptado». Sus palabras me sorprendieron. Estaba muy lejos de saber que mi familia también iba a formarse por adopción, pero sus palabras volvieron a mi memoria muchas veces. ¿Era necesaria la aclaración inmediata?
«Él es adoptado»
Para la ley es adoptado el niño o adolescente, el hijo, y son adoptantes los adultos que devienen padres. En la vida cotidiana hemos escuchado muchas veces decir «él es adoptado» pero no es habitual que los adultos necesiten aclarar «somos adoptantes».
Desde nuestro trabajo planteamos que las palabras sostienen realidades. Por tal motivo invitamos a reformular esta manera de nominar a los niños.
¿Por qué? Porque la adopción fue la forma a través de la cual la justicia determinó el vínculo familiar. La sentencia de adopción fue un acto que determinó -en el pasado- el comienzo de un vínculo jurídico. En este sentido debería rectificarse diciendo que el niño «fue» adoptado. Una vez concluido el acto jurídico, el niño pasa a ser hijo y los adultos padres.
Volviendo a la charla de vecinos. Éramos desconocidos. ¿Qué sentido tendría para él diferenciar el vínculo por el que se había formado la familia? No lo sé. Pero sentí que, tanto para mí como para su hijo, explicar lo de la adopción -en la presentación de vereda- estaba de más.
Durante los primeros tiempos de convivencia puede ser frecuente la necesidad de explicar la situación familiar. Especialmente ante la inserción en grupos escolares, deportivos o visitas a profesionales. Nos parece importante que los docentes estén al tanto de la situación para poder hacer aportes a la familia. También porque si surgen dificultades puedan ser interpretadas en este contexto especial: el niño en pleno esfuerzo de adaptación familiar y también social, por lo que también el entorno escolar o deportivo debería adaptarse a sus necesidades.
Quizás el equilibrio es que la adopción no sea un tema tabú ni tampoco un tema obligatorio o una etiqueta estigmatizante que acompañe la vida de los niños.
Del singular al plural.
Pasar al plural es fundamental porque saca al niño del lugar de objeto de la adopción. También porque la adopción nos atraviesa a todos como familia. Tanto el niño como los adultos formamos la familia por adopción. Las personas no son adoptivas. Lo adoptivo es el vínculo que se construye y nos hace familia. Por eso proponemos cambiar el singular, decir «él es adoptado» por el plural que nos incluye a todos, porque «somos familia por vínculo adoptivo».
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